Y me quedo ahí, bajo la sombra de las linternas, oculto de la mirada indiscreta de mí mismo. Acariciando el percutor con parsimonia, me pregunto si habré entendido bien las señales o tan solo es un nuevo sueño en el pecho. Tildado entre si lo hago o no, me imagino los caminos, las circunstancias; y me digo que si. Que lo haga. Para tan solo un segundo después, volver a retirar el dedo. Una vez más en la tirantez de tomar una decisión. Quizás si, quizás no.
Ay corazón mío, tan disparatado. Y mi razón, tan atada a la lógica. Y me convenzo de hacerlo y giro el tambor.
Presiono el gatillo y cae el percutor. Y allá vamos, a jugar otra ruleta rusa.
Con la apuesta más alta y la causalidad ondeante, tal vez ésta vez .... Si me toque ganarte.